jueves, 1 de junio de 2006

PREMIO NACIONAL DEL CÓMIC

Ayer me llegó a mi e-mail el Boletín Comic Tecla núm 19, un boletín que hacen desde la Biblioteca Tecla Sala de l’Hospitalet del Llobregat y que hace una gran labor de para el reconocimiento del cómic como una expresión cultural.

Bueno este comic tecla tiene un artículo muy interesante, se trata de la propuesta del Grupo Parlamentario Socialista no de ley para que el Gobierno instituya un premio nacional dedicado a la historieta. Sí, sí como lo leéis, yo hace tiempo oí campanas pero la verdad es que no me enteré de la noticia, y os puedo asegurar que me alegra mucho, ya que esta propuesta que se presentó el pasado 4 de abril, en Madrid, fue votado a favor por los 295 Diputados presentes en el hemiciclo del Congreso, usease aprobado por unanimidad, fantástico.

A continuación os transcribo la transcripción del discurso que transcribe (bonita y redundante frase) el Boletín Comic Tecla 19, del que os animo que os bajéis el pdf, es gratuito.l

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TRANSCRIPCIÓN DEL DISCURSO DE CARME CHACÓN

Buenas tardes, amigos y amigas del cómic. Quiero que sepan que nos sentimos tan felices como ustedes porque, por primera vez, llegue al Pleno de esta Cámara el cómic. Porque, sí, señorías, mi intervención trata de historietas y quisiera comenzarla recordando a un gran dibujante de tiras cómicas que falleció hace solo unos días. Recordarán ustedes sus personajes tiernos y silenciosos, los de Luis Martín Mena, que desde hace muchos años nos han acompañado desde las páginas de prensa. Esta proposición trata, en la medida de lo posible, de hacer algo de justicia a quienes, como él, nos hacen la vida un poco mejor con sus relatos dibujados.

Es muy probable que muchos de ustedes no sepan que pronto se cumple el 50º
aniversario de la aparición del Capitán Trueno, nacido de la imaginación de Víctor Mora. Con este motivo, hace unos días, otro genial creador, Francisco Ibáñez, manifestaba algo que sin duda suscribirían muchas de SS.SS., pero sobre todo muchas generaciones: que el Capitán Trueno les había hecho pasar horas inolvidables. Como inolvidables son para muchos de nosotros Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, Tintín, Astérix, el Corto Maltés o, para los catalanes como yo, Enric Castells, u Os Bolechas, para los gallegos. Supongo que a muchas de SS.SS. les sucede lo que a mí, que ante este asunto no pueden sino evocar más que buenos momentos en los que los cómic, las historietas o los tebeos — como los quieran llamar— les han hecho reír, viajar a países remotos, participar en arriesgadas aventuras, o incluso perfeccionar idiomas.


Que el cómic o secuencia de viñetas con desarrollo narrativo, según la definición del Diccionario de la Real Academia, es un género popular, nadie puede negarlo. Desde poco después de su nacimiento, hace ya más de un siglo, los lectores de diarios reclamaron las páginas ilustradas con las aventuras de sus personajes familiares; páginas que fueron creciendo en número y en importancia y acabaron ocupando suplementos enteros e incluso, más tarde, consiguieron autonomía y fueron publicadas en forma de libro. Contemporáneo del cine en su aparición y en su búsqueda del entretenimiento, el cómic alcanzó muy pronto el favor del público, aunque el reconocimiento de sus valores como medio expresivo no llegaría hasta mucho después. De hecho, aún hoy existen resistencias a dejar de considerarlo como una actividad creativa de rango menor y ello a pesar de que, desde hace varias décadas, teóricos de la comunicación e historiadores del arte vienen investigando sobre esta disciplina. Pero lo que está fuera de toda duda es que el cómic es una forma de expresión con rasgos y códigos propios, que se trata de un medio híbrido que combina recursos literarios y gráficos y que a lo largo de su siglo de vida ha ido burlando sus propios límites con una audacia la operación de descifrar una serie de códigos en silencio, suponen hoy un magnífico entrenamiento para la práctica de la que difícilmente encontraríamos en otros géneros. Es posiblemente esa frescura creativa y esa actitud irreverente ante las convenciones la que la ha hecho muy atractiva para muchos otros artistas. De hecho, señorías, una parte muy notable del cine actual no se entiende sin la influencia del cómic. Y no hablo de las películas de animación o de aquellas que trasladan a la pantalla aventuras de personajes que ya han sido dibujados. Les hablo de estructuras narrativas, de su capacidad para transmitir el ritmo de la vida contemporánea, del original empleo de recursos visuales o, incluso, de esa libertad absoluta con la que el cómic siempre ha interpretado la realidad y otros mundos. Del mismo modo, algunas manifestaciones de la cultura contemporánea, como el arte pop, son deudoras de la iconografía y los medios expresivos del cómic. Así la Influencia que ejerció en grandes artistas como Andy Warhold, Roy Lichestein o nuestro Equipo Crónica, va más allá de la mera fascinación de éstos por una forma de cultura popular y no se explica si se ignoran otros motivos puramente plásticos.

Está también fuera de toda duda que las historietas, los cómics, señorías, constituyen —y hoy es más necesario que nunca— un mecanismo privilegiado de iniciación al hábito de leer. El contacto temprano con un artefacto formado por páginas de papel, la operación de descifrar una serie de códigos en silencio, suponen hoy un magnífico entrenamiento para la práctica de la lectura. Pero cometeríamos un error si, para justificar la enorme trascendencia del cómic, necesitáramos incluirlo en los estrechos límites de lo que conocemos como alta cultura, negando así su carácter de medio de masas. Como en todos los géneros creativos, en el ámbito del cómic podemos encontrar productos de gran complejidad y relativamente minoritarios junto con otros de consumo más fácil y dirigidos a un público mucho más amplio. En el mundo del cómic convive la sencilla tira cómica de los diarios con obras maestras de fuerte contenido político y merecedoras de un premio Pulitzer, como el célebre Maus de Art Spigelman. Pero estas diferencias nada tienen que ver con la calidad. Unos y otros forman parte de la cultura de nuestro tiempo, enriquecen nuestra sensibilidad y han creado un lenguaje universal comprensible en cualquier lugar del mundo. Precisamente por ello la proposición no de ley que propone mi grupo en este Pleno se propone paliar, siquiera en parte, la situación de injusto abandono que sufre el cómic, en gran parte motivada por una visión corta y posiblemente elitista de la cultura. Estoy convencida de que los poderes públicos tenemos la obligación de atender a todas las manifestaciones con espíritu abierto y sin prejuicios. Una actividad centenaria que interesa a millones de personas y que posee innegables cualidades culturales como es el cómic, no puede ser ignorada. Hablé del pasado, de la influencia en nuestras vidas de esos personajes dibujados y del talento de sus dibujantes: Cifré,
Vázquez, Escobar, Francisco Ibáñez o Víctor Mora y otros más jóvenes como María Colino, Pere Joan, Max o Miguelanxo Prado. De lo que no cabe duda es de que la excepcional tradición de creadores no se ha roto en este país y de que en la actualidad existe una magnífica nómina de dibujantes, guionistas, editoriales y, sobre todo, un público inmenso que demanda esas obras.
El establecimiento de un premio de carácter estatal para reconocer la excelencia en este mundo del cómic no debe ser una iniciativa aislada, sino que ha de integrarse en una serie de actuaciones en defensa de esta actividad creativa e industrial. Con este motivo solicito el apoyo a esta proposición no de ley del Grupo Socialista a la que incorporaremos la enmienda del Bloque Nacionalista Galego que estaba ya en el espíritu de esta norma respecto de la pluriculturalidad que merece también el cómic. Insisto en que continuaremos trabajando en el sentido de la enmienda de Esquerra Republicana para darle un impulso a este género cultural que vaya más allá de un premio. SS.SS. estarán de acuerdo conmigo en que el frágil ecosistema de la cultura española que todos tenemos la obligación de preservar todas las especies son necesarias y, sin ninguna duda, esta también.
Muchas gracias. (Aplausos.)

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A ver si es verdad y se empieza a reconocer un poco más al cómic, y sobretodo al cómic de aquí, a los autores y autoras noveles, a las editoriales pequeñas y medianas... Parecerà una tontería però leer este discurso me ha puesto muy contento... a ver si los políticos hacen algo de bueno...


4 comentarios:

  1. Pues sí.. parece que se aproximan buenos cambios (o no)... y la verdad es que hace ilusión, que coño?.
    Llegará el día en que, cuando estés en una esquina aburrido y garabateando algún monigote no vengan y te digan eso de "qué? que te gusta eso de hacer dibujillos, no?"

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  2. Eso, eso, que ayuden, ni que sea un poquito, para quitarle al comic ese stigma de publicación infantil y sin calidad...
    Que racionalizen y normalizen un poco el ministerio de cultura... porque a ver, un genero cultural como es la Opera, que esta claramente destinado a muy poca gente, actualmente tiene más ingresos y ayudas que el cómic... Una expresión cultural que tiene muchos miles de aficionados/as más.

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  3. Me pregunto si la Carme se creerá la mitad de las cosas que dice en ese discurso.

    Todos sabemos lo demagogos que son los del PSOE.

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  4. De hecho tienes razón, aunque no sólo los del PSOE son unos demagogos...me parece que es condición "sinequanon" ser demagogo para ser político...

    Pero como intento ser un hombre positivo, pensaré que esta propuesta no de ley va en serio...

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